jueves, 18 de febrero de 2010

02 UNA VISION ALTERNATIVA DESDE LA PEQUEÑA Y MEDIANA ESCALA

Introducción

Desarrollaremos aquí los conceptos de ciudad aplicados al caso de Junín. La idea es generar una imagen aprehensible de la ciudad a los efectos de desarrollar a posteriori las pautas de un área proyecto, inmersa en la instancia de una ciudad proyecto. Para esto, situaremos las características propias de la ciudad, dentro de un marco que va más allá de lo urbano clásico: la imagen urbana como identidad, el espacio social y el impacto ambiental, como consecuencia proyectual. Consideramos que estas tres áreas están íntimamente vinculadas a la estructura ideológica de fin de siglo. Cualquier proyección urbana, necesariamente orientada hacia el próximo siglo, deberá basarse en la comprensión y adecuación de sus pautas, no por capricho, sino por lógica interacción con un planeta cada vez más interactivo, pero al mismo tiempo con brechas cada vez más marcadas.

Conceptos generales

Realizado un estudio de la formación de la imagen urbana a través de su historia, es dado entender que a cada época le ha correspondido una determinada imagen. Presuponer esto es simplificar en exceso la idea de imagen urbana. En la realidad, nuestra observación de esta imagen es dinámica, cambiante, y a la vez caótica[1]. Una sin la otra es irreconocible, y se transforman en imágenes abstractas, irredentas en las vivencias cotidianas, como ha ocurrido con tantas obras “modernas” de arquitectura[2]. Más cerca nuestro, Lugano I y II, son la paradoja de nuestra arquitectura pensada, diseñada y construida para la vida comunitaria. No hay vecinos, no hay encuentros, no hay ciudad. Sólo espacios vacíos, donde acude la inseguridad a los pobladores y el rechazo a la comunidad. Recordemos, que de aceptar una definición de ciudad, quizás esta sea la de “lugar de intercambio”. Esta mención no es más ni menos que para reforzar el concepto de identidad, que hemos sostenido a lo largo de este análisis. Una identidad que remite a términos de pertenencia, más que de propiedad (Proudhon). Las implicancias de recuperar un espacio urbano de las características del Área Talleres, no son sólo económicas, ni sociales, son políticas e ideológicas y fundamentalmente, humanas y filosóficas. La ciudad no deja de ser una paradoja que se construye al momento que se conoce y que se destruye al momento de querer comprenderla. En definitiva, la gente hace a la ciudad, y la ciudad hace a la gente. La recuperación de este espacio urbano, no es sencillamente la incorporación de unas hectáreas más a la ciudad, es la recuperación de una parte del esquema identificatorio de la comunidad de Junín. Como bien se ha dicho en el ámbito político: ...”es una nueva fundación”... Quizás la tercera si somos detallistas, pero evidentemente ha de significar una reconquista del espacio perdido, un espacio que habla más de la memoria que de lo físico. Como tal deberá preservarse su imagen, o más bien recuperarse, ya que la asociación de esto se basa en las glorias del pasado y no en las agónicas condiciones de los bienes al presente.

Socialmente la ciudad, más allá de ser considerada un organismo, es también una estructura y a la vez, un sistema de relaciones, exclusivo e inclusivo. Como organismo, es vital, nace, se desarrolla y muere[3]. Constantemente un organismo que busca expandirse, rompe los límites impuestos y desborda, no sólo físicamente, sino estructuralmente las pautas impuestas. Estructuramos la ciudad, definiéndole arbitrariamente un límite, y esta crece por encima de estos límites, presentándosenos como un nuevo individuo, que nos impone nuevas reglas. Por lo tanto, si establecemos una analogía entre ciudad e individuo, a fin de definir aquella, encontraremos una serie de principios que nos permitirán sino definir, reconocer la ciudad ( E. Morin)[4]. Como estructura, la ciudad es un sistema auto organizado que se basa en el principio de entropía, esto es, un sistema que debe trabajar para construir y reconstruir su autonomía y por lo tanto dilapida energía. Este concepto de energía, tanto conceptual, como físicamente es la base de los intercambios, y en definitiva de las funciones de la ciudad. De aquí la evidencia de la necesidad de un programa (software) que regule estas actividades y sus generadores (hardware). Al entender la ciudad como un sistema es comprensible la falla de los ordenadores restrictivos que implican que no hacer, pero no especifican una orientación para esas energías que se generan y que por último rompen el sistema. El considerar la ciudad como un proyecto, implica un seguimiento constante, reglas cambiantes y múltiples decisiones, pero a la vez constituye un marco de referencia, lo suficientemente amplio para que los avatares organizativos se diriman en el que hacer y no en el inmovilismo. Sin lugar a dudas, la programación también significa un trabajo fuera del sistema, y a la vez un trabajo con el sistema, esto es una comunicación, que nos lleva al tercer término social de la ciudad. La ciudad como sistema de relaciones, inclusivo y exclusivo, es en sí misma, la razón y condición de sí[5]. La función social de la ciudad es bastante clara en este aspecto. Un individuo no se detiene en una plaza, recita una serie de datos y se retira. El acto comunicacional cotidiano, implica la apropiación del lugar, el llamado de atención, el fragor del discurso, la convocatoria, la discusión, la muchedumbre, el espectador, el orador, la escenografía, la luz, el sonido ambiente, el clima y las texturas del entorno. Si no es posible construir esta comunicación, tampoco es posible construir la ciudad[6]. Prueba evidente de esto han sido los fracasos ya mencionados de tantas propuestas “modernas” de urbanismo. Cualquier propuesta fundacional deberá crear los ámbitos comunicacionales, no sólo los físicos (exclusivos), sino los operativos, (inclusivos), permitiendo además, el debate. El proceso comunicacional urbano no se agota entre los individuos de una comunidad o en la comunidad en sí. Abarca también a la comunidad con otras comunidades, por medios y vías que escapan muchas veces a una comprensión primaria. Por ejemplo, en el caso local, la construcción de un discurso de la Constitución de 1853 (...”todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino”,..) permite la reconstrucción de Junín, devastada por los malones, (una suerte de segunda fundación) a partir del gran flujo inmigratorio. De un mensaje liberal, (Alberdi, “Las Bases”), se extrae una construcción social, que posibilita una construcción urbana. La proyección comunicacional urbana hoy, no se ciñe simplemente a un discurso interno. Necesita, para reconocerse a si misma, el discurso externo, la interacción, la proyección de su imagen y por ende el establecimiento de un lenguaje común, que respete la identidad propia. Sin un discurso urbano “en línea” con el medio circundante, el fracaso proyectual, es similar al de los planes restrictivos, ya que antes de poner objetivos, determinamos límites y aislamos el organismo de su propio medio. Los mensajes, ya sean de imagen corporativa, gestual, simpática o para simpática, cultural, patrimonial o identificatoria, son parte de la estructura del desarrollo urbano y constituyen la base de sustentación del modelo para su propio reconocimiento, al reflejarse en la realidad circundante.

El impacto ambiental, se relaciona también con el concepto de desarrollo sustentable. Ambos con el de Plan Estratégico. Es importante acotar que no podemos hablar de una teoría específica a aplicar, ya que la universalidad no es concordante con el ecosistema[7]. El desarrollo es una necesidad. Lo hemos visto como condición inherente del individuo o la comunidad. Pero a su vez hemos apreciado la característica de sustentable[8], necesaria para su concreción, ya que sin esto, lo que es desarrollo se puede transformar en muerte súbita. La evidencia de que hablamos de un proceso, como en los casos anteriores es clara y se basa en conceptos tales como metabolismo urbano lineal, circular, ciudades biocidas, biogénicas, etc. En un contexto urbano, la sostenibilidad implica un amplio rango de factores, tales como:


· Presupuestar recursos

· Conservación y eficiencia energética

· Tecnología energética renovable

· Estructuras de edificación duraderas

· Proximidad entre trabajo y residencia

· Reducción y reciclaje de desechos

· Metabolismo circular

· Suministro locales de alimentos básicos.



Por desgracia, no existe un modelo a seguir, ya que las ciudades actuales no plantean de este modo su relación con el mundo[9]. Sin embargo, poner en práctica sistemas urbanos sostenibles, requiere más de lo que este modelo ofrece, demanda enfoques totalmente nuevos de organización. Las ciudades están perdiendo su propia identidad. Esta no suele ser más que el apoyo al equipo deportivo local, y a veces. La vida urbana está controlada por fuerzas externas, que dominan la vida económica de las ciudades y las devalúan como centros sociales. La civilización se ha transformado en movilización. Las ciudades deberán permitir el disfrute de la gente, vivir y trabajar a escala local, se necesitan ciudades con más de un barrio céntrico, con calles de trabajo y calles de paseo. Las ciudades y los ciudadanos pueden disponer de los fondos públicos para invertir en un vivir urbano sostenible. Más que una reconversión masiva, las ciudades necesitan reutilizar y renovar su legado existente. (H. Girardet)[10]. El impacto ambiental desde el punto de vista del análisis de las implicancias de un desarrollo debe ser abordado desde el punto de vista proyectual y no restrictivo. “...Una evaluación de impacto ambiental debe considerar los efectos positivos y negativos sobre los componentes del ambiente urbano. Básicamente los recursos del patrimonio natural y construido, el funcionamiento y la eficacia urbana. Debe tener contenidos sicológicos, urbanísticos, económicos, sociales, culturales y políticos”... (D. Kullok). Tan importantes como los cambios ecológicos que produce un proyecto de gran escala, son también los cambios de hábitos de consumo y desplazamiento. Los Estudios de Impacto Ambiental, (EIA), consideran la finalidad del estudio, el diagnostico, la elección de una matriz de análisis, un plan de monitoreo, la comparatividad y las soluciones y alternativas. Ampliando este concepto tenemos según R. Ortega Domínguez y I. Rodríguez Muñoz:

· Justificación: necesidad de plantear el estudio. Legislación afectada.

· Descripción del proyecto: resumen de las partes que interesan a lo medio ambiental. Localización, relación de acciones susceptibles de causar impacto, descripción de recursos y desechos, etc.

· Examen de alternativas viables

· Cronograma: Con relación a los ciclos del ecosistema a modificar.

· Inventario ambiental: medio físico, aspectos sociales, económicos y culturales.

· Identificación y valoración de impactos: etapa de discusión y propuesta.

· Propuesta de medidas correctoras y protectoras: en tres posibilidades de intervención: reducir, eliminar o compensar los efectos negativos.

· Programa de vigilancia ambiental

· Documento de síntesis en un lenguaje accesible.

(Extraído de EL PATRIMONIO FERROVIARIO COMO DISPARADOR DEL CAMBIO, El caso de los Talleres Ferroviarios de Junín, Bases para Planes Estratégicos a escala de pequeñas y medianas ciudades, Juan P. Dillon, Graciela G. Tellería, arqs., Ponencia, XII Asamblea mundial del ICOMOS, México, México DF, Guadalajara, Guanajuato, 18-22 de octubre de. 1999.


[1] Sin entrar en conceptos deconstructivistas, (Unheimlich / Heim, s/Freud), dicha imagen se construye y destruye a un mismo tiempo, generando las tensiones típicas entre clásico y vanguardia, reaccionario y revolucionario, tradicional y “underground”. Este pasaje entre la “luz” de lo comprensible y la “oscuridad” de lo gestatorio, es realmente la imagen que apreciamos de la ciudad. Quizás el termino anglosajón “blend”, es adecuado para definirlo, ya que a su vez significa mezcla, combinación, armonía. Aun el caos tiene su cosmos (orden), y esta combinatoria entre armonía y contrastes cambiantes son nuestra apreciación vívida de la ciudad

[2] Escapan a este concepto, aquellas obras que por sus características se convierte en arte urbano y como tal son vividas. Sin embargo la escasez inherente de estas para solucionar el asentamiento urbano, es su misma condición, ante la prospectiva de transformar a la ciudad en un museo. Un LeCorbusier edifica Chandigarh, y esta es una obra de arte, en la tierra de arte que es la India. Niemeyer, sigue sus pautas y una Brasilia de exquisito diseño es admirada por los visitantes, pero metamorfoseada abismalmente por sus moradores. Obras menores en sus expectativas hoy son necesariamente modificadas por la gente, o abandonadas o directamente dinamitadas como en el caso de Pruig-in-One.

[3] Genera una serie de cambios a lo largo de su existencia, al mismo tiempo que se plantea cuestiones como la noción de sí mismo, de manera similar a la que un individuo se plantea la noción de sujeto. Ante esto, podemos considerar a la ciudad como un individuo auto referente pero que a la vez necesita del medio para serlo. Paradojalmente necesita del medio exterior para ser autosuficiente. Esta aparente contradicción ha marcado a lo largo de la Historia la relación urbana - rural, hasta llegar a las situaciones actuales de urbanización de lo rural y ruralización de lo urbano. Las constantes contradicciones de la ciudad, son el constante desafío del proyecto urbano y la explicación del fracaso de las normativas restrictivas.

[4] A la ya mencionada noción de depender de lo exterior para ser autónomo, (dependemos del campo, pero no lo consideramos), se le suma el concepto de lo recursivo, el individuo genera la especie y la especie al individuo, (esto se ve también en la microfísica, donde, s/N. Bohr, una partícula puede ser onda y corpúsculo). Además, la propia necesidad de sí misma, generada a partir de sus procesos, es auto constitutivo de su identidad, y por lo tanto auto referente. En estos procesos, la ciudad absorbe lo que le sirve, rechaza y desecha el resto, ocupando un espacio central como existencia (yo), un lugar (el mí), y una entidad corporal (el sí), que aun cambiante se reconoce a sí misma. Sin embargo el reconocimiento depende de la exclusión, (es diferente), de la inclusión, (estoy en algo, patria, estado, etc.) y de la comunicación con los semejantes que permita estas lecturas. El sujeto (y por ende la ciudad), es una cualidad del organismo vivo en un universo donde existe la incertidumbre, el azar, etc. Tiene carácter existencial entre el nacimiento y la muerte. La ciudad es el acto mismo de la percepción, de la representación, de la decisión, del comportamiento.

[5] Ya hemos acotado que la base del concepto ciudad es el intercambio, no importa de que tipo de energía hablemos, física, intelectual, comunicacional, etc. Dentro de esto, el esquema de relaciones es la base sobre la cual se apoya la comunicación. La teoría clásica de la comunicación nos acostumbró a ver la comunicación como mensajes de emisor a receptor, que se transmitían por canales mas o menos apropiados, los cuales, junto con los esquemas lingüísticos de los emisores y/o receptores podían producir interferencias (ruidos). Hoy hemos abandonado esta visión algo mecanicista y entendemos a la comunicación como un proceso que hace al lenguaje, al medio y al usuario. En cierta forma...”el lenguaje construye al mundo”...(W. Barnett Pearce), tiene un aspecto formativo, ya que nombrar no es hablar de ello, sino convocarlo a ser. La comunicación deviene entonces en un proceso social primario, es un evento comunicacional y no una mera transmisión de información.

[6] Esta “construcción cotidiana de un discurso”, se nos representa a diario, desde el mitin político al mercadeo de feria, pasando por el paseo del domingo o el trajín circulatorio de la semana laboral. Las tensiones generadas por los cortes de estas construcciones discursivas, suelen ser uno de los grandes problemas de la ciudad. Unida a una expectativa comunicacional cada vez mayor, exacerbada por los medios masivos y la ilusión de la aldea global, en un mundo cada vez mas dividido, esta complejidad se traslada a la ciudad.

[7] No se pueden exportar o importar soluciones, aunque sí conceptos. Hoy la estructura del pensamiento, nos aleja del conocimiento (algo que podía ser escrito, la teoría), dejando de lado la episteme (conocimiento de cosas verdaderas) y nos acerca a la fronesis (aproximación), a la sabiduría de cómo funcionan las cosas del mundo, a la inteligencia reflexiva de como hacer algo. Ese cómo hacer es la instancia reflexiva, el planteo de una problemática y de los procesos alternativos que llevan a las distintas soluciones.

[8] Los conceptos de un Plan Estratégico se detallan en un capítulo posterior, pero es importante acotar una serie de instancias referentes al Desarrollo Sustentable y al Impacto Ambiental. Ambas se definen como procesos, en un caso como objetivo, en el otro como análisis. El Desarrollo sustentable plantea, como bien sostienen los informes GAIA, que en la actualidad...”las ciudades no tienen qué responder del impacto al obtener sus recursos ni de cómo afectan a las zonas de influencia locales o globales. Sus presupuestos anuales sólo se preocupan del flujo de dinero, los ingresos y los gastos. Pero los residentes de las ciudades están empezando a exigir a las autoridades que valoren las entradas de recursos y las salidas de desechos, poniendo en tela de juicio la propia naturaleza del metabolismo clásico de las ciudades. Para que estas sean sostenibles, deben desarrollar metabolismos circulares.”...(L. Brown). Según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza,...”el desarrollo sostenible mejora la calidad de vida de las personas dentro de la capacidad de soporte de la Tierra.”..

[9] Sin embargo, muchas ciudades han cimentado elementos de este modelo que otras pueden aprender: Estocolmo posee un de los sistemas mas avanzados de co-generadores térmicos, California progresa en energía eólica y solar, Canadá desarrolla el concepto de ciudades saludables, Curitiba cuenta con un sistema público de transporte altamente eficiente, Brujas encuentra objetivos turísticos y resurge en medio de su peor crisis productiva.

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